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¿Te gustaría tener en casa la crema hidratante de tu vida?

Hay cientos en los canales de distribución que todas conocemos. Y también sabemos el efecto que causa en la piel “tu” crema. Y al revés, lo que ocurre cuando utilizas una que no te va. Te contamos cómo encontrar el santo grial cosmético.

Se ha terminado tu hidratante. Vas con prisa. O peor, no tienes ni tiempo para acercarte a un establecimiento para que te asesoren. Sin embargo, sabes igual que vosotras que no hay color cuando utilizas la primera crema que pillas en el lineal que cuando te dejas aconsejar por expertos que valoran el estado de tu piel y lo que necesita. Además, en el mundo de la cosmética pululan leyendas urbanas que no ayudan, como que cuanta más crema te apliques más hidratada tendrás la piel, que hasta los 30 no te hace falta ninguna crema, que tu piel se acostumbra o que debes utilizar todos los cosméticos de la misma marca. Pues bien, nada de esto es exactamente verdad, pero tampoco mentira.

Si algo sí es cierto es que la piel no es igual cada día. Se nutre de la microcirculación de tu organismo, y este tampoco es el mismo hoy que dentro de dos meses. Y todo lo que le pasa a él se refleja en ella. No necesita lo mismo en las diferentes estaciones del año, como tampoco cuando tú estás relajada o das botes de estrés, si has ido a tomar el sol, a esquiar o si has pasado por una gripe o acabas de terminar tu ciclo menstrual. Ni la misma si estás enamorada o te has llevado el disgusto de tu vida. Y por supuesto, está claro que no necesitarás ni los mismos ingredientes ni las mismas texturas si tienes la piel seca, mixta, grasa, sensible, con acné, rojeces, rosácea o telangiectasias.

Además, también entran en juego tus preferencias cosméticas. Hay quien adora notar la grasa nutritiva de la crema en el rostro y otras que prefieren las texturas acuosas, que te deje un tacto aterciopelado, que huela a cítricos o que no se note ni interfiera con los otros aromas que vas a utilizar en tu rutina.

La clave para encontrar la crema de tu vida es que le dediques tiempo a la búsqueda, pero no en la calle ni en la red, sino en la intimidad de tu cuarto de baño. Que sepas bien cómo es tu piel y lo que necesita. Te damos un truco para saber si es seca, mixta o grasa: pasa un tissue o un papelito de los de fumar por la zona "T" (barbilla, nariz y centro de la frente). Si queda poco manchado, sabrás que es mixta, si se llena de grasa, no hace falta que te digamos más, y si sale igual, es que la tienes seca. Después, solo tienes que fijarte si enrojece con el frío, por ejemplo, o le cuesta recuperarse de un peeling, y si empieza a mostrar los primeros signos de la edad. Con esta información, tú sabrás mejor que nadie por dónde van los tiros. Haz una lista en un papel con esta información: tu tipo de piel, los detalles de su pigmentación, si tiene algún asunto que tratar, tus preferencias de textura, y su perfume. Y con estos datos, entra a tu perfumería o a tu farmacia, y lleva la “chuleta” como si fuera una receta. ¡Darás en el clavo!