Criolipólisis en Clínica Marest
La eliminación de la grasa con la técnica de la baja temperatura es una de las más eficaces hoy por hoy.
Se llama criolipólisis, y es uno de los procedimientos preferidos por los médicos estéticos para librar a sus pacientes de la grasa localizada, esa que no responde a tratamientos, deporte ni dieta, porque forma parte del código genético de cada persona, es decir, la causa del acúmulo de grasa es hormonal, depende de la morfología de cada persona. Y es que los acúmulos de grasa son caprichosos: mientras unas mujeres se pelean con el “famoso rollito del sujetador”, a otras la pesadilla se les coloca en las cartucheras o el vientre. Pero vayamos a la parte técnica para entenderlo bien. La criolipólisis consiste en congelar el tejido adiposo, o sea, esa grasa localizada, en zonas que habitualmente resultan de difícil eliminación como por ejemplo las cartucheras, la cara interna de muslos y brazos, las rodillas, la papada, la zona dorsal de la espalda, y el rollito que se encuentra bajo el ombligo.
“En los hombres, sobre todo, la grasa aterriza, en normopeso, en flancos, abdomen y papada”, explica la doctora Carmen Danta, médico estético desde hace 25 años, y propietaria y directora de la Clínica Estética Marest (Medicina en Armonía con la Estética), ubicada en Sevilla.
“Cuando el paciente llega a consulta, en primer lugar, se le hace un estudio corporal (con impedanciometría). Si no está en su peso, le ponemos una dieta, y combinamos la criolipólisis con las ondas de choque (para tratar la celulitis, que seguro que existe), la radiofrecuencia o la carboxiterapia. En cuanto a la flacidez, al tiempo que se elimina el adipocito se estimula el fibroblasto (gracias a la inflamación), lo que provoca retracción del tejido”, explica la experta.
En una sesión de criolipólisis se puede bajar un centímetro de contorno
¿Cómo funciona?
El aparato de criolipólisis se compone de cuatro manípulos que congelan el tejido graso a una temperatura que oscila entre los – 7º C y los -10º C. Estos han de actuar durante espacio de una hora aproximadamente en el lugar exacto, pudiéndose utilizar los cuatro a la vez, siempre dependiendo de la zona a tratar. A continuación, se masajea, y el resultado se puede observar a las cuatro semanas, cuando baja la inflamación. Entre sesión y sesión, a la doctora Danta le gusta dejar pasar unas seis semanas, “aunque siempre dependiendo de la cantidad de grasa (en una sesión se puede bajar un centímetro de contorno)”, detalla la experta. La considera como una liposucción, pero con mil ventajas frente a aquella: no se recupera la grasa, sencillamente porque se destruye el adipocito (esta célula, junto con la neurona, son las únicas del organismo que no se recuperan una vez eliminadas). Además, no requiere la faja compresiva durante un mes que requiere la liposucción, y tampoco anestesia ni quirófano, por lo que no hay riesgos de infección. ¿Y cómo se secreta la grasa de dentro de los adipocitos destruidos fuera del cuerpo? “Se produce una adipocitolisis, y los macrófagos (las células encargadas de comerse los detritus), los van eliminando por vía hepática (gracias al propio metabolismo del hígado) y renal (orina). Esto ocurre en esas seis semanas que decía, y la media de sesiones es de 3 a 4”, remata.
Muchos famosos han recurrido a esta técnica que hoy por hoy es casi la única opción para eliminar la grasa. Danta habla, por ejemplo, del periodista José Antonio León, que lo ha contado en su propia cuenta de Instagram. Sus efectos indeseables (mínimos) podrían ser una leve inflamación de la zona inflamada unos días, y algún hematoma en el lugar donde ha estado colocado el manípulo (porque actúa por succión además de por congelación). También podría aparecer alguna hipoestesia (pérdida de sensibilidad durante, como máximo, un mes en la zona tratada). Se aconseja no ir al gimnasio en 3 ó 4 días para que la inflamación no vaya a más y, en el caso de hematomas, no tomar el sol, porque se podría pigmentar.
Duración de la sesión: una hora.
Precio: desde 400 euros.